Una de las cuestiones más importantes para nuestros colaboradores es la conciliación de la vida personal y laboral. Aunque es cierto que se vienen consiguiendo logros importantes, no hay que olvidar que queda mucho camino por avanzar. En esta tarea, el papel de la mujer trabajadora es fundamental. Una visión femenina nos puede ayudar a gestionar mejor procesos que consigan una mayor satisfacción laboral.
La situación laboral de la mujer en el Perú
Aunque el Perú es el segundo país con menor brecha en las condiciones laborales, 17.5 puntos, entre hombres y mujeres en Latinoamérica según el Índice de Mejores Trabajos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la mujer peruana se sigue enfrentando a muchos obstáculos en su día a día.
Se calcula que más de 7 millones de mujeres se encuentran trabajando, de acuerdo con el INEI. El 70% lo hace en micro y pequeñas empresas.
El talento femenino en Sodexo
En Sodexo, el liderazgo femenino es una cuestión estratégica porque tenemos comprobado que el equilibrio de género mejora el rendimiento de las empresas. Un estudio demostró que nuestros equipos con equilibrio de género superaron al resto en todos los indicadores analizados, destacando el beneficio bruto, un 23% más, y la retención de clientes, un 12% más.
El 54% de nuestra planilla global son mujeres y el 50% del consejo de dirección está compuesto por mujeres. Recientemente, hemos sido incluidos por Bloomberg para formar parte de su Índice de Igualdad de Género como reconocimiento al trabajo por promover los avances en esta dirección. Como señala la vicepresidenta senior de responsabilidad corporativa y responsable global de Sodexo, Rohini Anand: “Aunque estamos encantados con este reconocimiento y nuestros progresos, somos conscientes de que aún queda mucho que hacer y no pensamos dormirnos en los laureles”.
El liderazgo femenino presenta una serie de competencias que pueden suponer la diferencia en nuestras empresas. Las mujeres líderes son más empáticas y multitarea y muestran mejor capacidad de flexibilidad y adaptabilidad a las situaciones.
En definitiva, hay que tomar medidas para reducir la brecha de poder y de reconocimiento profesional de las mujeres. Las preguntas que nos tendríamos que hacer para seguir avanzando son:
¿Qué se puede hacer para acelerar este proceso de cambio? ¿Se mira con una lupa más exigente y dura a la mujer en el ámbito profesional? ¿Deberían ser las empresas las que asumieran el timón de esta transformación? ¿Se puede fomentar la flexibilidad en el trabajo sin caer en la trampa de la disponibilidad total?